Un sueño llamado Colombia

¿Qué es Colombia? parafraseando a los romanos, Colombia es un sueño que está en el corazón y en la mente de los 50 millones de seres humanos que formamos este país. El problema que vivimos actualmente (mayo del 2021) es que ese sueño es muy diferente para cada uno de nosotros. No es necesario leer libros de historia o de estrategia militar para saber que la manera de vencer un pueblo es manteniéndolo dividido en dos grupos «nosotros» y los «otros»: nosotros los jóvenes, ellos los viejos; nosotros los pobres, ellos los ricos; nosotros los de izquierda, ellos los de derecha; nosotros, nosotros… los yo.

Antes, quiero aclarar que no me refiero a esa diversidad cultural y étnica que existe en nuestro país, por el contrario, ésta representa una de las fortalezas de Colombia. Son esas divisiones que han existido desde el primer día en que nos fundamos como nación y que se han ido profundizando por décadas; ahora, gracias a las redes sociales, se han acelerado y cada vez nos sentimos menos miembros de un mismo grupo llamado colombianos.

En la realidad, la mayoría de estas diferencias solo existen en nuestro imaginario. Por ejemplo, en Colombia no hay mucha diferencia entre izquierda o derecha, si hubiera existido, tal vez hoy estaríamos en otra situación como país, gobiernos de derecha han impulsados programas propios de la izquierda y, por otro lado, gobiernos de izquierda han aplicado políticas económicas de derecha. Tampoco hay gran distancia entre los ricos y pobres, somos un país con 21 millones de personas en pobreza extrema, los cuales solo pueden comer una vez al día, por ende, cualquier persona que coma 3 veces se ve como un afortunado, y si una vez al mes sale a comer en un restaurante ya eres un privilegiado; por lo que cualquier persona que tenga una casa y un carro será visto como un millonario. Comparado con estándares internacionales, realmente hay muy pocos colombianos que podrían considerarse ricos, en la lista de Fortune 500 solo hay 3 colombianos y el mejor posicionado está en el puesto 200, y entre otras cosas ninguno vive en Colombia. Quitando las fortunas ilegales y los empleados del gobierno, solo queda una clase media-alta, la mayoría empresarios, que son absolutamente vitales para la supervivencia del empleo en el país, es más, en realidad lo que necesitamos es que sean mucho más de los que ya existen.

El único camino para salir de nuestra situación actual es que los colombianos compartamos una visión mínima común. Como la idea no es hablar, ni de política, ni de religión, partamos de la ética e intentemos tener por lo menos dos puntos compartidos:

El primero es que la vida es sagrada, no existe diferencia entre la muerte de un policía, un manifestante o un indígena. Todos somos humanos que tenemos una característica adicional, somos colombianos. No tiene sentido matar a otro compatriota, por más diferente que seamos los unos de otros. Sí en lo más profundo del silencio de tu corazón lo has pensado, en medio de esta desesperación, ese pensamiento es igualmente repudiable porque todas las vidas son valiosas. Detrás de los uniformes, los roles, y las ideologías hay seres humanos.

El segundo punto es el respeto por el otro y las propiedades del otro. A nadie le gustaría que llegaran a su casa y la destruyeran, así esa sea una humilde casa de madera y cartón o la sucursal bancaria del hombre más rico de Colombia. Ambas propiedades son igualmente valiosas para su propietario y para ambos representan el culmen de su trabajo y el esfuerzo de toda su vida. Esto nos lleva a un anexo sobre este punto. Los bienes públicos son de todos nosotros, muchas veces se nos olvida que la estación del bus, el edificio gubernamental, el semáforo, la cámara, la banqueta, la caneca de basura que está en la calle es de todos y cada uno de nosotros. Todos pusimos dinero para pagarla, desde el más pobre en Colombia aporta con impuestos para pagar esa banqueta, o si no mire el recibo mensual del teléfono móvil. Usted paga mes a mes más impuestos de lo que cree: por usar los celulares, cada vez que usted compra algún artículo de belleza, gasolina o cualquier otro bien no esencial; paga impuestos cuando le descuentan de su salario, paga impuestos en cada retiro de su cuenta bancaria. Quemar una banqueta publica, equivale a que usted queme el sofá de su sala, al final del día, en ambos casos, le toca reponerlo de su bolsillo.

Al final, el resumen es una frase que esta presente en muchas religiones y filosofías humanistas: No le hagas al otro lo que no te gusta que te hagan a ti. Si los colombianos partimos de esa idea básica de país, podremos avanzar hacia una reconciliación definitiva y un futuro común.

Responsabilidad: Este artículo es una opinión personal y no refleja el pensamiento de la empresa para la cual trabajo o sus relacionados.

5 comentarios sobre “Un sueño llamado Colombia

    1. Creo que la rabia y el dolor nublan la visión de a quien se está atacando. La protesta es necesaria pero cuando se recurre a actos vandálicos se pierde la razón de la misma. Hay que pedir cambios pero también hay que cambiar. El cambio empieza en nosotros, en hacer las cosas diferentes.

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